domingo, 10 de julio de 2011

Rebeldía paradójica: Cual Agnosticismo

Una mirada a través de un cristal y su reflejo. Ese es el impacto que genera el Hip Hop en el mundo de la comunicación y, más concretamente, en los periodistas. ¿Cómo puede un comunicador exponer una forma de vida en un artículo, reportaje o pieza audiovisual sin haberse informado previamente? Nos dicen los filósofos, desde Descartes, que hay que dudar de todo, y mucho más de la información que recibimos a diario. Hay quienes escriben sin saber qué plasman en ese folio en blanco que mientras se rellena queda más vacío aún que cuando se sacó del paquete, porque lo que dicen no tiene sentido.
Buceando en mi memoria, recuerdo que hacía como dos años, como todos los lunes, cogí, nada más entrar en la facultad, Tribuna Universitaria para ojear las novedades estudiantiles. He ahí mi sorpresa cuando divisé un reportaje titulado “Tribus Urbanas”. Me repugna el uso de esta denominación eufemística, sólo porque está de moda, porque la palabra correctamente asignada debería ser “cultura”. Al igual que me hastía por la moda infernal de eso a lo que muchos nombran “alternativo”. ¡Menuda desfachatez! ¿Qué es ser “alternativo”? ¿Hacer surf y vestir con ‘marquitas’ caras que dicen representar un estilo sólo para sacar dinero? ¿Llevar pantalones anchos y rastas porque así se es más reivindicativo? ¿Ir de “progre” sin saber nada de las utopías socialistas, comunistas o anarcosindicalistas? ¿Ir de comunista sin saber qué significado tiene el año 1848, o sin saber nada de Carlos Marx excepto el nombre? Aquí todos protestamos, denunciamos y anunciamos una ideología, pero a la hora de discutir un hecho, se queda colgando un hilo que afloja, porque en nuestra cabeza apenas hemos ordenado las ideas, y las principales ni siquiera han visitado nuestro interior.
El reportaje de prensa hablaba de algunas formas de vida: hippies, heavies, punkis, “raperos”…; de llevar una estética determinada y unas pautas morales unánimes, que sostienen el eje de todos los que giran en torno a él. Pero al artículo se le olvidó hablar a partir de datos, y lo hizo a partir de tópicos. Y a su periodista ( o intento “de”) se le olvidó una de las leyes fundamentales de quienes estudiamos el arte de informar: la documentación previa al tema del que escribiremos. Pero no pasa nada, el sol volverá a ponerse y todos dormiremos tranquilos. Al día siguiente, vamos a clase a copiar apuntes, no a pensar qué nos están contando. Y cuando pongamos el telediario no
vamos a plantearnos de qué manera nos están dando la noticia, simplemente vamos a oírlo (ni siquiera a escucharlo). Y cuando leamos algún reportaje, no nos preguntaremos si es totalmente cierto lo que nos están contando, porque en el arte de informar no cabe la mentira....
Según el reportaje: «Los raperos se diferencia por llevar gafas Arnettes, zapatillas Billaboom, pantalones anchos, un loro en el hombro y cadenas de los coches colgadas (...)». Ésta era la presentación de un “rapero”. Éste es el típico tópico no interrumpido. Ésta será la condena del Hip Hop en nuestro país. La causa: la ignorancia; la consecuencia: la distorsión. Lo que nos queda: encerrarnos en nuestro individualismo, porque es más fácil pensar que el mundo es sólo lo que nos rodea.
La búsqueda es la base que conduce al saber. Sé que todo el mundo encuadra los conceptos según convenga. Y ese no es el camino a seguir... y yo me enfado, y se refleja en mi cual agnosticismo agónico de Unamuno. ¿Y qué me queda? No quiero inculcar mi perspectiva a nadie, ni mi ideología, ni mi amor por la búsqueda de la verdad, ni lo que significa para mi el Periodismo, o el rap, o la concisión lingüística... Esto es lo único que me apetece hacer, y es mucho más sencillo: propongo una interrogación.